¿Los que esparcen los rumores de la "negociación" de los votos, se habrán puesto a pensar que a lo mejor están siendo tontos útiles de alguna sala situacional miraflorina, cuya misión es desmerecer el triunfo de la oposición y la derrota del iluminado de Sabaneta? ¿Quién autorizo al Alto Mando o a Baduel —o a quien sea— para que negociara nuestros votos?
Podemos entender que el Gobierno quiera desmerecer la victoria opositora y relativizar su derrota y no reconocer que fue apaleado por esa oposición escuálida que tanto despreció, por los "traidores" de Podemos y unos "hijitos de papa y mama"; pero no podemos aceptar que los que se dicen opositores traten de restar meritos e importancia a lo que es, sin duda, un triunfo muy importante, sobre todo, de cara a las elecciones de alcaldes y gobernadores que son el próximo año.
El 2 de diciembre, la oposición creció al ritmo que venía creciendo, mantuvo sus votos, sus 4 millones y pico que son un capital político importante, constante, solido. Aparentemente tanto o más sólido, incluso, que el del Gobierno, que de un solo leñazo se redujo en un 40%. El Gobierno fue derrotado, probablemente por su misma gente, y si ellos no quieren aprender su lección, mejor para nosotros. Pero no seamos nosotros mismos los que empañemos el triunfo, atribuyéndoselo a unos militares que "negociaron" quien sabe que en nombre nuestro. Si eso fue así, tienen razón algunos de esos abstencionistas irredentos —aclaro que no todos, porque los hay de principios— que piensan y no lo dicen, que lo que hay que hacer es buscar algún militar, parecido al que tenemos, para que le dé un paseo en tanque al inquilino de Miraflores.
No, no fue así. El reconocimiento no fue producto de una "negociación". Los votos estaban allí y lo mas que pudo ocurrir es que quien se sintiera responsable por las vidas de muchos, tratara de convencer a los derrotados que ese es el juego democrático y que en ese juego, esta vez le tocó perder.
Ganamos y ganamos con todo en contra. Contra una "mayoría usual" de 4 a 1 en el CNE, abiertamente parcializada a favor del Gobierno. Con un REP viciado. Con centros y mesas nuevas, aparecidas fantasmagóricamente. Con votantes desaparecidos o migrados de sus centros habituales. Con miembros de mesa que no fueron informados ni formados. Con testigos de oposición a los que no se dio credenciales o no se los dejo trabajar en sus centros. Con maquinas que se trancaban o que no transmitían y sin material electoral para pasar a elección manual. Con material electoral faltante. Con todo tipo de tramoyas, como las inútiles capta huellas, que solo sirvieron una vez más, para retrasar el proceso. Con tinta indeleble adulterada, para deleite de ociosos e indignación de otros. Con un Gobierno abusivo y que utilizó, como siempre, todos los recursos del Estado a su favor. Con unos poderes públicos alineados y bailando la música que suenan desde Miraflores. Y un sinfín de irregularidades más, que nadie niega ni desconoce.
Pero con todo y eso, la oposición ganó. Se demostró más allá de toda duda y escepticismo lo que ya se ha demostrado en otros países: que es posible derrotar y sacar del poder, electoralmente, estos regímenes autoritarios.
¡Y ahora el Presidente, en su infinita soberbia, pretende decir que el pueblo no está maduro para el socialismo! Todo lo contrario, el pueblo, en una muestra de gran madurez, le dijo que NO a ese proyecto político del Presidente, a ese socialismo del siglo XXI, que no es más que comunismo castrista del siglo XX.
El pueblo le dijo NO a una reforma que pretendía eternizar en el poder a Hugo Chávez Frías. Que pretendía cambiar el orden político y territorial del país. Que quería acabar con la descentralización y someter al poder central a alcaldes y gobernadores. Que proponía severas limitaciones al ejercicio de las libertades económicas, la libre iniciativa y los derechos de propiedad. Que eliminaba la propiedad intelectual. Que se inmiscuía en la autonomía universitaria. Que restringía los derechos humanos en caso de estados de excepción. Que eliminaba la autonomía del banco Central y le daba licencia al Jefe del Estado de disponer de nuestro dinero como él quisiera. Y un sinfín más de restricciones autoritarias, inútil ya de enumerar y que se pretendían imponer.
También le envió un mensaje, subliminal, entre líneas, pero claro, al Presidente: ¡el tiempo que te queda, dedícate a Gobernar! Porque el pueblo también le dijo que NO al desabastecimiento, a la inseguridad; a la falta de viviendas, al deterioro de las escuelas públicas y hospitales; a la ineficacia en la gestión pública; a las pésimas políticas económicas que han arruinado a las industrias y no han detenido la inflación, ni la fuga de divisas; a que el Gobierno este regalando los recursos petroleros a otros países, sin resolver los problemas de aquí; al despilfarro, al enriquecimiento y la corrupción evidente de los allegados al Gobierno, del entono presidencial.
Ahora Hugo Chávez Frías entra en un largo y desesperante tobogán, indetenible, que lo llevara inexorablemente a la salida del poder, para no poder volver a él, por métodos democráticos. Para alguien como él, que se jactaba de que permanecería en el poder "hasta el 2050", "hasta que se me seque el esqueleto", para un hombre que afirmó no hace mucho que "… no me veo a mi mismo en la oposición", lo del domingo es una muerte política, a plazo fijo de cinco años.
Ahora deberá de dejar de hacer lo que sabe hacer: calentar la calle con frases rimbombantes, insultos y amenazas en campañas políticas, para dedicarse a hacer lo que no sabe hacer, aquello en lo que ha demostrado ser un completo inútil: gobernar. Con el agravante, de que lo que haga ya no será en su beneficio político y viendo como merma su poder y probablemente viendo mermar también la riqueza petrolera que hoy gasta a manos llenas.
Lo peor, es que sin ser Alejandro Magno, sus generales le darán funerales sangrientos