sábado, 7 de mayo de 2011

Indio bravo, Carambulé

Paulina Gamus
Jueves, 14 de agosto de 2008
Jamás supe y es imposible recordarlo después de tantos años, por qué cuando niños jugábamos haciendo una rueda y procurando una danza como la que veíamos en las películas del oeste norteamericano, mientras cantábamos "indio bravo carambulé"¿De dónde sacamos esa expresión, qué significaba? La respuesta, ya lo dije, no existe pero de alguna manera recordábamos el pasado indígena de nuestro país. No el nuestro particular ya que siendo hijos de inmigrantes no teníamos ascendientes aborígenes.
Nuestra escuela, la Experimental Venezuela, celebraba de manera muy original el Día del Árbol: en el Patio de las Américas, un espacio lleno de arbolitos cada uno con el nombre de un país del continente, se colocaban kioscos para la venta de manjares de raigambre aborigen: majarete, chicha, mazorcas sancochadas, caratos, casabe, y otros derivados del maíz, de la yuca, del plátano o del coco. Era la apoteosis de la gastronomía indoamericana y una manera de enseñar a los niños, por intermedio del paladar, a conocer esa parte de la cultura primigenia.
Cursaba quinto grado cuando Juan Liscano organizó el inédito festival folklórico en el Nuevo Circo de Caracas, con motivo de la toma de posesión del Presidente Rómulo Gallegos. En aquellos cantos y bailes se mezclaban los aportes del indio y del negro y también del español ¿acaso la fulía o el galerón margariteños no tienen una evidente raíz andaluza? En ese festival estaba representado no solo el crisol de razas que formaba la nacionalidad venezolana sino la riqueza musical de cada región del país expuesta por primera ante la mirada nacional. Nunca antes los adultos y menos aún los niños, habían tenido contacto con ese conjunto de expresiones musicales y dancísticas que iban de Los Andes a Guayana y del Oriente a Miranda pasando por los Llanos. Y nunca como esa vez, vestida para bailar como una "Diabla de Yare", yo -una hija de musiúes- me sentí tan venezolana. ¿Quién podía hacerme creer entonces que llegaría el momento en que ser o comportase como indígena sería obligatorio?
El discurso indigenista de Chávez tiene un evidente propósito racista. Todos los dictadores que han querido imponer una ideología de tinte nacionalista, han recurrido al racismo como el mejor instrumento para aglutinar a las masas en torno al odio al extranjero, al diferente. Es posible que Evo Morales, quien gobierna el país de América con la mayor población indígena, pueda utilizar el revanchismo racial como instrumento de dominación política Pero eso en Venezuela es lo más traído por los cabellos que alguien pueda imaginar. Y no en pocos casos lo que provoca es una carcajada. Por ejemplo, un caballero con cierta figuración en la Cuarta República y amante de la ópera, arte considerado por demás elitesco o elitista, es ahora el presidente socialista del socialista Teatro Teresa Carreño. Además de regalarnos la perla de sus vaticinios: "La humanidad construye el socialismo o perecerá", nos amenaza con "nuevas coreografías para que las óperas se adecuen a la interpretación correcta de nuestra historia".
Imaginemos cómo pueden llevarse a la práctica esos propósitos tomando como experimento la muy popular ópera Rigoletto, de Giuseppe Verdi. Hay un villano que seduce a cuanta dama se le pasa por los ojos que es el Duque de Mantua a quien evidentemente habría que presentar como un despreciable español. Rigoletto, quien además de bufón y adulante del Duque, es bastante celestino; no podría ser otra cosa sino también español. Pero Gilda, la heroína su hija, tendría que ser entonces una indiecita, quizá nieta de Guaicaipuro, adoptada por el deforme y rastrero bufón. Sparafucile, el matón a sueldo contratado por Rigoletto para liquidar al Duque de Mantua, es un zambo, es decir que en él se mezclan las rabias vengativas del negro y del indio. El problema surge cuando toda esa nueva trama deba cantarse en italiano que es el idioma original de ésa y de muchas otras óperas. Ni siquiera la traducción al español resolvería el problema porque es también una lengua colonialista impuesta "a sangre y fuego", para utilizar textualmente las palabras del inefable José Luís Pacheco, presidente del TTC Y si se traduce a cualquiera de las lenguas indígenas que se hablan en el país, ni el mismo Chávez entendería una letra.
Para coronar su empeño en indigenizarnos, el presidente Chávez acaba de lanzar la brillante propuesta de quitarnos ese sambenito de "latino" que acompaña al continente americano y llamarnos Indo América o América India.
Pero aquí surge otro problema y es que América proviene de Américo, un navegante italiano de apellido Vespucci o Vespucio que se pasó de vivo y le arrebató a Cristóbal Colón el mérito del descubrimiento del nuevo continente. Si Cristóbal Colón ya no tiene ni estatua por haberse atrevido a traer expoliación y exterminio a estas tierras, ¿qué podríamos decir de Américo Vespucio que ni siquiera trajo los spaguettis?
Para colmo de inconvenientes, el idioma que hablamos todos, incluido el presidente Chávez en sus peroratas casi diarias, es el español de España o castellano de Castilla, es decir que por donde se lo agarre pertenece a la colonia depredadora y asesina.
Pero ahí no queda la cosa: todos, incluidos los revolucionarios que nos gobiernan, nos desplazamos en automóviles extranjeros, muchos de ellos fabricados en países colonialistas o imperialistas como EEUU, Francia o Italia. El petróleo que nos da de comer (más o menos) y que le sirve a Chávez para regalarlo a manos llenas y colocarse como un líder continental, se vende en dólares, moneda imperialista. Aún si se vendiera en euros, las cosas no mejorarían desde el punto de vista de nuestros agredidos ancestros. Y como guinda de la torta el Presidente de la reivindicación aborigen, el adalid de los sobrevivientes de la masacre y de su legítima revancha, acaba de visitar al Rey de España y en vez de pasarle la factura por los crímenes y saqueos de sus antepasados, fue a rendirle pleitesía y a recibir camisetas de regalo como cualquiera de los indiecitos engañados por los conquistadores hace más de cinco siglos. ¿Indio bravo? !!Carambulé!!
 

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