En VENEZUELA ANALITICA
Debemos estar más que complacidos por el acuerdo alcanzado por las fuerzas democráticas en materia de candidaturas unitarias, aunque no sea perfecto. La perfección es enemiga de lo bueno, dice el lugar común, y nunca mejor dicho en este caso.
El esfuerzo hecho por las distintas organizaciones políticas es loable, habida cuenta de lo complicado que significaba poner de acuerdo tantos intereses y aspiraciones, por lo demás, muy naturales en este tipo de contiendas.
Que no fue posible lograr compromisos en unas cuantas jurisdicciones y localidades, pues tampoco es para echarse a llorar o cuestionar aquel enorme esfuerzo.
Para estos últimos casos especiales quizás todavía quede tiempo para resolverlos, pero si no se llegaran a solventar, habrá entonces que esperar el veredicto inapelable de los electores.
Lo que queda entonces a las fuerzas políticas responsables del grave reto que tenemos enfrente es asumir con madurez y sindéresis esas diferencias aparentemente insalvables, sin rasgarse las vestiduras, sin complejos y con coraje, pero sin hacer de ello un escándalo.
Lo que no debemos hacer ahora es enfrascarnos en un debate estéril y desgastador entre quienes divergen, a pesar de las violaciones puntuales y lamentables de los compromisos previos o de la terquedad suicida de algunos.
Era de esperar que tales contratiempos se presentaran. Los ángeles están en el cielo, las pasiones mueven, existen ópticas distintas, hay diferentes apreciaciones sobre los riesgos del momento, subyacen intereses políticos que no se eliminarán nunca, y los egos siempre estarán allí.
La política es éso, nos guste o no. Y el que crea otra cosa, que vaya cambiando de oficio, no vaya a ser que se enferme de depresión crónica o se muera de un ataque de ira.
Así las cosas, sólo resta agotar las gestiones para subsanar lo subsanable, mientras los lapsos legales nos lo permitan.
Si no coronamos con éxito este propósito, pues quedará registrado que lo intentamos, pasaremos la página y a ganar.
Esta experiencia, sin duda, es un gran aprendizaje para futuros acuerdos que también serán necesarios.
La guerra contra el totalitarismo militarista que nos amenaza es larga. El triunfo de las candidaturas unitarias para el 23 de noviembre es un paso más, crucial, en esta lucha democrática. Ningún traspié puede hacernos olvidar ese objetivo fundamental.
Asumamos las divergencias de manera transparente, pero sin alharacas, la vida y los ciudadanos se encargarán de poner a cada aspirante a líder en su sitio.
EMILIO NOUEL V.
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